En una edición especial del programa «Embajadores», Marcelo Scaglione, representante de Argentina ante la OCDE en el Ministerio de Hacienda, comparte detalles clave sobre el rol y los desafíos que enfrenta el país en su camino para ser miembro de este exclusivo foro internacional.
La OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos) es un organismo creado en 1961 como parte del Plan Marshall, destinado a la reconstrucción europea tras la Segunda Guerra Mundial. Desde entonces, ha crecido hasta incluir 36 países que, en conjunto, representan el 75% de la inversión directa extranjera y el 60% del comercio global. Su principal misión es desarrollar y compartir mejores prácticas en políticas públicas, ofreciendo a los países miembros un modelo para lograr un desarrollo económico, social e institucional sostenible.
Durante la entrevista, Scaglione resalta que la OCDE no es un organismo abierto a todos los países, sino que su acceso está limitado a aquellos que cumplen con exigentes estándares en 23 áreas clave, como economía, instituciones, políticas sociales y más. Argentina, bajo la presidencia de Mauricio Macri, ha trabajado durante más de tres años para alinearse con estas prácticas, con un plan de acción que incluye 180 compromisos. Estos compromisos buscan mejoras en áreas como educación, salud, medio ambiente y desarrollo institucional.
Uno de los aspectos más destacados es el apoyo que ha recibido Argentina por parte de los países miembros de la OCDE, un hito que refleja la importancia del trabajo realizado. Cuando el país presentó su candidatura en 2016, solo 6 de los 35 países miembros apoyaban la entrada de Argentina. Sin embargo, tras un año de gestiones, el apoyo creció a 28 países, convirtiéndose en el único candidato con respaldo unánime.
El proceso de ingreso a la OCDE no es sencillo y toma varios años. Como ejemplo, Scaglione menciona a Colombia, que tardó 8 años en ser aceptada, y Chile, que finalizó su ingreso tras un proceso de 6 años. Estos ejemplos demuestran que la incorporación a la OCDE no depende de un solo mandato presidencial, sino que requiere un enfoque de política de Estado, con consenso entre diferentes actores políticos.
Scaglione también destaca la importancia de la participación de otros sectores en este proceso, como el Congreso, las embajadas, las cámaras binacionales de comercio, el poder judicial, los sindicatos, las empresas y la sociedad civil. El objetivo es que el ingreso de Argentina a la OCDE se convierta en una política de Estado, asegurando un crecimiento sostenido a largo plazo, independientemente de los cambios en el gobierno.
Finalmente, se hace un paralelismo con la experiencia de Corea del Sur, que ingresó a la OCDE hace más de dos décadas y ha logrado convertirse en una de las economías más desarrolladas del mundo. Este ejemplo sirve para ilustrar el potencial de Argentina si sigue un camino similar de compromiso con las mejores prácticas internacionales.
El acceso a la OCDE es, en palabras de Scaglione, una «palanca» clave para el desarrollo económico y social de Argentina, posicionando al país en un marco internacional donde puede aprender y colaborar con los países más avanzados del mundo.
